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El síndrome del burnout entró oficialmente en la Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en enero de 2022. Los efectos de la pandemia habían puesto en primer plano a este padecimiento, que afectó al 51% de los trabajadores de la salud, según un estudio de la revista de medicina The Lancet.

Pero el estrés laboral crónico tiene larga data. Hoy, en la Argentina, 2 de cada 10 empleados sufren sus síntomas y la principal causa es un ambiente laboral tóxico, según un relevamiento realizado entre febrero y abril por el Instituto de Salud de McKinsey, al que Clarín accedió en exclusiva. Además, según ese informe, entre 3 y 4 empleados argentinos de cada 10 reportan niveles moderados de distrés, un tipo de estrés que produce una progresiva pérdida de energía, agotamiento emocional y desmotivación general.

Entre 3 y 4 empleados cada 10 reportan niveles moderados de distrés. Estas cifras son similares al promedio de los 15 países relevados por la investigación de McKinsey, que mostró que casi un 25% de los empleados experimenta síntomas de agotamiento. Al mismo tiempo, el estudio encontró una brecha del 22% entre cómo los empleados y los empleadores perciben el bienestar. Los empleadores calificaron las dimensiones del lugar de trabajo asociadas con la salud mental de manera más favorable que los empleados. Para el informe, fueron encuestados 15.000 empleados y 1.000 responsables de RR.HH. de Argentina, Australia, Brasil, China, Egipto, Francia, Alemania, India, Japón, México, Sudáfrica, Suiza, Reino Unido y Estados Unidos.

En nuestro país, la Universidad Siglo 21 elabora un índice de burnout y bienestar desde 2016, en su Observatorio de Tendencias Sociales y Empresariales. El último dato disponible, de 2021, indica que un 29,8% de los trabajadores sufre estrés laboral crónico. "La tendencia que se observa es creciente. Según nuestro índice, el estrés crónico laboral crece entre un 2% y un 5% interanual", dice Leonardo Medrano, doctor en Psicología y vicerrector de Innovación, Investigación y Posgrado de la Universidad Siglo 21.

Aunque se trata de un fenómeno multicausal,en general se da cuando percibís que hay una situación que desborda tus recursos. Se puede decir que la gente se siente cada vez con menos recursos para afrontar los desafíos cotidianos", señala.

Toxicidad:

El estudio de McKinsey correlaciona el ambiente de trabajo tóxico con la aparición de síntomas de agotamiento y distrés. Considerando todos los países de la muestra, cuando hay bajos niveles de toxicidad, sólo el 6,9% de los empleados reportan síntomas de burnout. En cambio, cuando los niveles de comportamiento tóxico son altos, más de la mitad de los empleados (52,5%) reportan síntomas.

Pero, además, el estrés laboral crónico también es el predictor más fuerte de la intención de renuncia. Así, entre los empleados que reportan bajos niveles de síntomas, sólo el 8,2% expresa intención de renunciar. Este porcentaje se multiplica casi por 6, llegando el 52%, cuando el reporte de síntomas es alto. A la inversa, la inclusión es el principal predictor de compromiso y de satisfacción laboral en todos los países encuestados. También colaboran el trabajo sostenible, el entorno de crecimiento favorable y la ausencia de estigmatizaciones.

Un ambiente de trabajo es tóxico cuando los empleados experimentan comportamientos interpersonales que los hacen sentir inseguros. ¿Cuándo se considera tóxico el clima laboral? De acuerdo con el trabajo de McKinsey, es tóxico cuando los empleados experimentan comportamientos interpersonales que los llevan a sentirse poco valorados, menospreciados o inseguros. El trato injusto o degradante, el comportamiento no inclusivo, el sabotaje, la competencia despiadada, la gestión abusiva y el comportamiento poco ético de los líderes o los compañeros de trabajo son los principales indicadores de toxicidad laboral.

A nivel global, uno de cada cuatro empleados afirma haber experimentado altos índices de comportamiento tóxico en el trabajo. Esto se observó en todos los países, grupos demográficos e industrias relevadas.

Qué es el burnout

Según la OMS, el burnout es un fenómeno laboral producido por un desequilibrio crónico entre las exigencias del trabajo (por ejemplo, la presión de la carga de trabajo y un entorno laboral deficiente) y los recursos del trabajo (por ejemplo, la autonomía laboral y las relaciones de apoyo).

Se caracteriza por el cansancio extremo, la reducción de la capacidad para regular los procesos cognitivos y emocionales y el distanciamiento mental. Se ha demostrado que el burnout está correlacionado con la ansiedad y la depresión, y muchas veces puede derivar en problemas de salud mental más amplios. Las investigaciones demuestran que, cuando se les pregunta por los aspectos de su trabajo que socavan su salud mental y su bienestar, los empleados citan con frecuencia la sensación de estar siempre de guardia, el trato injusto, la carga de trabajo poco razonable, la escasa autonomía y la falta de apoyo social.

El burnout se caracteriza por el cansancio extremo y el distanciamiento mental

Medrano señala tres factores que influyen en el desarrollo de síntomas de burnout: "Uno tiene que ver con el trabajador y su tarea. Cuando tenés pocos recursos o tiempo o poca autonomía y metas no claras, aumenta el estrés", dice. En segundo lugar, están el líder y el equipo de trabajo: "Cuando hay falta de percepción de apoyo del equipo, baja eficacia colectiva (no lográs coordinar con el resto), también aumenta la percepción del estrés. Cuando sentís que no hay reconocimiento a tus resultados y a tu esfuerzo, no tenés feedback, sino incertidumbre, el líder se convierte en una fuente de estrés", detalla Medrano.

Por último, están los factores culturales y organizacionales: "Los beneficios o compensaciones económicas y no económicas son un factor asociado al estrés cuando faltan. Tenerlas no necesariamente te protege del estrés, pero no tenerlas sí te impacta", advierte el especialista. Según el informe de McKinsey, la mayor parte de los empleadores están respondiendo a estos problemas invirtiendo más que nunca en bienestar: cuatro de cada cinco líderes de RR.HH. informaron que tanto la salud mental como el bienestar son las principales prioridades de su organización.

Así, muchas empresas ofrecen beneficios como yoga, suscripciones a aplicaciones de meditación, días de bienestar y capacitaciones sobre gestión del tiempo. De hecho, se estima que nueve de cada diez organizaciones ofrecen algún tipo de programa de bienestar. Sin embargo, los problemas de toxicidad que derivan en el síndrome de burnout usualmente no se revierten con estos programas.

“Décadas de investigación sugieren que las intervenciones dirigidas únicamente a los individuos tienen muchas menos probabilidades de tener un impacto sostenible en la salud de los empleados que las soluciones sistémicas, incluidas las intervenciones a nivel de la organización”, señala el informe de McKinsey. El precio que se paga por no abordar estos factores específicos de manera sistémica son altos niveles de desgaste, niveles sin precedentes de rotación de empleados (un fenómeno global), el ausentismo, el menor compromiso y la disminución de la productividad. Aunque la capacidad de resistencia y adaptación de los individuos puede ayudar a no experimentar síntomas de agotamiento, es difícil que compense el impacto de un lugar de trabajo tóxico.

De hecho, la investigación mostró que los empleados con alta adaptabilidad eran un 60% más propensos a informar intención de abandonar su organización, si experimentaban altos niveles de comportamiento tóxico en el trabajo, que aquellos con baja adaptabilidad. Por eso, el informe asegura que es errónea la creencia de algunos empresarios de que la solución es simplemente formar a las personas para que sean más resilientes.

“Los empleadores pueden y deben considerar los altos índices de agotamiento como una poderosa señal de advertencia de que la organización -y no los individuos de la fuerza de trabajo- necesita someterse a un cambio sistemático significativo”, señala el reporte. La renuncia en la Argentina Aún en el marco de inestabilidad que se vive en nuestro país, el bienestar emocional se encuentra entre los aspectos más valorados del trabajo.

En un relevamiento realizado por Cuponstar entre empleados de 130 empresas clientes en la Argentina, el 74,5% de los consultados aseguró que consideraría la opción de renunciar al trabajo si este no le brindara beneficios vinculados con su bienestar emocional. El 87,8% admitió que, a partir de la pandemia, los empleados se volvieron más exigentes con las prestaciones de su empleador.

"Hoy las prioridades de los empleados están cambiando. Nuestra encuesta reveló que el salario emocional es tan importante para los empleados que aún en un contexto económico desfavorable, la mayoría consideraría la opción de renunciar a su trabajo si este no brindara beneficios vinculados a su bienestar emocional", asegura Brian Klahr, cofundador de Cuponstar.

En este sentido, el beneficio considerado más importante por los encuestados fue la flexibilidad horaria para equilibrar la vida laboral con la personal (46,1%), seguido de el trabajo por objetivos y de forma remota desde donde el empleado quiera (27%). Prevención "El burnout no se desarrolla de la noche a la mañana, sino poco a poco", dice Medrano. Y describe: "Los primeros síntomas son cansancio y problemas de concentración". Después, aparece el cinismo: el trabajo pierde sentido, empieza a dar lo mismo si se lo hace bien o mal, al empleado le cuesta sentirse orgulloso o disfrutar. Se muestra cínico con su propia tarea. Luego de estas dos fases, "recién aparece el burnout".

La forma de gestionar el síndrome, aconseja Medrano, es identificar esas fases tempranas y tomar acciones orientadas a la prevención en ese momento. "Son etapas más fáciles de abordar y de trabajar", asegura.

FUENTE:

www.clarin.com